lunes, 20 de mayo de 2013

El genio del granito grueso.




La fotografía no es un proceso mecánico, industrial y frío.
No por tener la mejor cámara del mercado vas a ser mejor fotógrafo. Hacer un trabajo que pase a la historia no es fácil. No lo puede hacer cualquiera.

Richard Avedon es el mejor ejemplo. Su impresionante serie In the American West  es una obra cumbre, demoledora. Nadie sonríe, nadie está cómodo, ni siquiera el espectador. Rostros frontales contra fondo blanco. Lo más parecido a un fotomatón. 


Su cámara era una de gran formato, de banco, de 8x10, como la que utilizó en su día August Sander, ajustada sobre un trípode. Avedon es totalmente consciente de lo que tiene entre manos, sacar de la ficción el mito del oeste americano, y acercarlo a su visión.


Cualquiera de nosotros, con los mismos medios, seríamos incapaces de sacar vida con unos medios tan minimalistas, pero estaríamos convencidos de que lo podíamos conseguir. La fotografía surge de dentro, es pura vida. La cámara es una prolongación del ojo que está sometido al cerebro, o si queremos ser poéticos, al alma




El trabajo de Avedon nos conduce a su propia interpretación del mundo, a su concepción de la realidad, que asume falsa, pero totalmente válida por ser fruto de su experiencia.
Sus obras que no te dejan indiferente, que invitan a ser contempladas una y otra vez para descubrir un matiz distinto, nuevas interpretaciones producto de la maduración. Se verán sometidas a concienzudos estudios en los que se descubran influencias y diversas explicaciones. Son herederas de Nadar, de Sander. Se percibe la huella de Velázquez en la utilización de fondos neutros, en los que levita el sujeto. Él, aunque parezca mentira, se inspiró también en los fríos trabajos de los Becher, en su uso de la luz. Su trabajo puede ilustrar una edición de Las uvas de la ira  o de A sangre fría.  Estos rostros son una máscara, por emplear la expresión de Italo Calvino, son producto de una sociedad y de su época. 

Avedon retrató a todos, no se me ocurre alguna figura pública, modelo, político, escritor, actor, artísta, o activista social que no haya pasado por su lente. Su técnica de granito grueso, filtros y blanco y negro fue su sello profesional y personal que le distinguió. Su método era sencillo pero efectivo, la derrota anímica del contrario fotografiado a través de largas y cansadas sesiones de hasta cuatro horas.
En una época donde no existía el photoshop, las cámaras digitales o complejos sistemas de edición digital, Avedon se valió solo del talento y la espontaneidad de su genio, regalandonos algunas de las fotografías más memorables.





La cámara adora a Richard Avedon.

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